Crímenes y pecados – Woody Allen
Por Erika Zamora
El diseño del universo no incluye la felicidad humana; los sucesos son inesperados, impermanentes. Es nuestra capacidad de amar la que le da sentido al universo indiferente. Las personas siempre hallan la manera de encontrar alegría en las cosas más simples.[1]
“Crímenes y pecados” (1989) es un filme escrito y dirigido por Woody Allen, que muestra cómo somos definidos por las decisiones que tomamos en esta vida llena de eventos angustiantes, impredecibles e injustos. Esta comedia dramática trata de un prestigiado oftalmólogo, Judah, quien creció en una familia creyente y mantuvo una relación secreta fuera del matrimonio; y de Cliff, un hombre cuya profesión le apasiona a pesar de que no es exitoso. Dicha película denota qué tan delgada es la línea que separa lo moral de lo inmoral y la facilidad con que se puede romper.
Judah recibe una carta que le escribe Dolores, su amante. Ella le insiste con cartas, llamadas y gritos que necesita confesar a todos su relación de dos años. Paranoico y preocupado, Judah le encarga a su hermano que mande matar a Dolores. Después de saber de la muerte de su amante, experimenta síntomas de insomnio, dificultad para concentrarse y para convivir con su familia.
Al mismo tiempo, Cliff se ve involucrado en un matrimonio que no está funcionando. Encuentra pasión en el cine a pesar de que su esposa lo minimiza y le recuerda que su trabajo nunca había sido reconocido. Por eso, con lástima y arrogancia, su cuñado Lester le ofrece un trabajo de producción que le aseguraría mucho más dinero del que ganaba. Con falta de entusiasmo, acepta. Sin embargo, durante la grabación conoce a Halley, una mujer que muestra interés en el auténtico proyecto de Cliff (que consistía en entrevistar a un filósofo que se suicidaría) de quien se enamora e intenta conquistar a toda costa. Lo despiden del proyecto (por haber burlado a Lester) y al final, Halley elige a Lester como pareja.
Finalmente, todos los personajes asisten a una fiesta. Cliff, desilusionado de su fracaso con Halley y su proyecto, escucha los motivos de moralidad que expone Judah, quien decidió no sentir culpa y pretender que nada había pasado. Mientras, Cliff reflexiona sobre el carácter irónico e incierto de la vida.
Cada personaje en esta película representa la complejidad de los humanos en cuanto a su manera de relacionarse, al menos en un contexto de Estados Unidos del siglo XX. Woody Allen recurre al sarcasmo, al drama y a la ironía para abordar la sensibilidad de las personas, que, por muy fuertes que parezcan, siempre se enfrentarán a complejidades que estén fuera de su control.