Espacio negativo

Por Erika Zamora

Schiele

¿Qué hace al texto, la línea de cada letra con su capacidad de extenderse y encogerse, o el espacio que le rodea? ¿Cuál es la función metafísica de la hoja en blanco? Es decir, lejos de ser una superficie para entintar líneas y puntos, ¿está vacía, o contiene algo intangible? ¿Cómo un papel de grosor milimétrico puede embarazarse de un texto filosófico y no romperse? ¿Cómo una hoja de 21 x 29 cm es capaz de aguantar tantas mayúsculas, letras negritas y amplios vocabularios? Las letras danzando en este espacio salen disparadas, proyectando sobre nuestros ojos su extraña presencia. ¿Qué es lo que leo? Eso que mi ojo percibe, ¿está ahí o estoy viendo su pasado, igual que las luces estelares?

 

Tuvieron que pasar años para que por fin pudiera mirar el mundo de manera diferente. Y no estoy hablando de ningún “cliché” o idea enternecedora, hablo de lo que percibe mi ojo, de las figuras, luces y de los múltiples conjuntos de objetos que se relacionan constantemente. La vida que acontece es casi como un plano secuencia pero parece como si la mayoría del tiempo nos pasáramos viendo las mismas cosas, de la misma forma. ¿Y si los dedos de mis manos sonaran como vocales? ¿Y si mis brazos y mis piernas fueran los moldes de las consonantes? ¿Y si mi cara lograra el mismo efecto que los acentos o los diptongos? Hasta hace poco pude desapegarme de la necesidad que sentía por entender la presencia de los objetos, de los cuerpos, y comencé a fijarme en todo lo que no estaba viendo.

La mujer que modelaba desnuda sobre la mesa liberó a mis ojos de una muy acostumbrada fijación, y entonces pude concentrarme en los abismos de su cuerpo. Después de ver su espalda recordé que Philip Lopate escribió que la espalda es la parte más honesta del cuerpo. Todo lo que rodeaba a esa mujer era el resto del mundo, eso que apareció precisamente al momento de ser vista.

Pienso en Egon Schiele. Pienso en las mujeres, los hombres, los niños y las flores que posaron para él. Schiele llenó cientos de lienzos con líneas distorsionadas, encerró cada cuerpo contorsionado, hizo brotar el vacío impregnado en torsos y manos tiesas, echó a andar un viento sepia que hacía flotar flores torcidas. ¿Quién es el verdadero personaje de sus piezas? ¿Está en su obra o en otra parte? El lienzo no contiene cuerpos, contiene líneas, contiene espacios y contiene espacios que contienen líneas. También pienso en Johanna Calle y sus renglones temblorosos, sus jaulas desinfladas, sus cartografías textuales. Cada vez estoy menos segura de qué es lo que se dibuja, qué es lo que se escribe y se moldea; ¿es la materia o es todo menos ella?

Johanna Calle
Título
Autor
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Eduardo Sabugal
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Orgía textual
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