In Memoriam
Manifiesto del artista
Roberto Rugerio (1972-2017)
Si debo describirme en términos sociales como personaje de calle, me considero un caminante y observador continuo. Disfruto profundamente mirar con detenimiento lo que está a mi paso y a mi alrededor. Esto me ha dejado establecer dinámicas de producción, así como elegir procesos artísticos. Camino, observo, determino y genero acciones que me conceden enunciados visuales.
Mi aproximación a los objetos está determinada por la atracción a sus formas, colores y materiales. Encuentro a mi paso cosas, residuos, remanentes que llaman mi atención y me permiten especular y fantasear sobre su procedencia, con un sentido estético presente en cada momento.
Caminar me permite desplazarme y relacionarme con el espacio y aquello que me interesa, me da pauta para la producción, recolección, acumulación, intervención y apropiación: procesos para elaborar enunciados o piezas visuales. Con la observación noto la extrañeza, las marcas, líneas y distancias, lo mal puesto que no está connotado al espacio y pasa desapercibido para el ojo común. Temas como la naturaleza y lo urbano, que giran alrededor del ser humano y forman parte de su hábitat, son los motivos que más han influido en mis observaciones.
Me interesa comprender la evolución no en el sentido de Darwin, sino como la consecuencia del desarrollo de la cultura; la preservación es sinónimo de destrucción. Mi trabajo en los últimos años hace cuestionamientos irónicos alrededor de la relación natural-artificial, trata el concepto del simulacro y establece un juego visual y metafórico alrededor de la elección de objetos que acumulo o construyo.
Los formatos en los que produzco son consecuencia de un análisis consiente del lugar que cada objeto, por su naturaleza, debe ocupar en el espacio artístico, diluyendo las fronteras que las disciplinas han establecido como parte de su autonomía.
En términos generales, me interesa construir un trabajo sustentado en los procesos artísticos de producción intelectual, aunados a la experiencia vivencial como sustento, reflejo de inquietudes y obsesiones que tienen origen en el devenir genético del que soy parte.